Ayer 127/2022 (3): 185-209
Seccion: Estudios
Marcial Pons Ediciones de Historia
Asociación de Historia Contemporánea
Madrid, 2022
ISSN: 1134-2277
DOI: 10.55509/ayer/897
© José Luis Aguilar López Barajas
Recibido: 16-09-2019 | Aceptado: 15-04-2020 | Publicado on-line: 17-06-2022
Editado bajo licencia CC Attribution-NoDerivatives 4.0 License

«Vacaciones socialistas». Las experiencias de viaje en la República Democrática Alemana *

José Luis Aguilar López Barajas

Universidad Friedrich Schiller de Jena
jose.aguilar.lopez-barajas@uni-jena.de

Resumen: Este artículo pretende analizar algunos factores importantes para la comprensión de la experiencia de las llamadas «vacaciones socialistas». Para ello se evaluarán las posibilidades de turismo vacacional fuera de las fronteras del país, así como se prestará especial atención a los actores a nivel micro partícipes de este turismo y a la manera en la que su experiencia se construía, comparando las limitaciones del viaje socialista con lo que acontecía en el mundo occidental y en concreto en la República Federal Alemana.

Palabras clave: vacaciones, Mar Negro, Alltagsgeschichte, RDA.

Abstract: This article analyses some relevant factors in order to comprehend the socialist holidaymaking experience. To this end, it will explore holiday tourism possibilities beyond the borders of the country. Special attention will be paid to micro-level actors who participated in this socialist tourism. We contend that these actors were able to socially construct such experiences by comparing the limitations of the socialist experiences with the possibilities offered in the West, particularly the Federal Republic of Germany.

Keywords: holidays, Black Sea, Alltagsgeschichte, GDR.

Introducción

En este artículo se analizará la forma en la que la experiencia vacacional se construyó en la República Democrática Alemana, atendiendo a la interacción entre los individuos y el Estado. El turismo en la Alemania del Este ha sido objeto de diversas monografías, si bien la mayoría de ellas se centra en el funcionamiento de las organizaciones oficiales y dedica poco espacio a cómo los ciudadanos se relacionaban con ellas 1. Con el fin de abordar este campo, la bibliografía citada dialogará con documentos sobre la experiencia de los sujetos, compilados a través de libros de fuentes, archivos, prensa e incluso documentos memorísticos (blogs virtuales), con el objeto de dar una interpretación sintética de la experiencia del turista alemán y de la manera en la que esta se vio condicionada por las estructurales estatales.

Se partirá de los presupuestos de la Historia de la vida o experiencia cotidiana alemana (Alltagsgeschichte). Este enfoque, ya que no se puede llamar escuela como tal, tiene por objeto estudiar las experiencias de los individuos atendiendo al significado subjetivo que las acciones adquieren para ellos. De este modo, y con influencias de la antropología simbólica de Geertz y de la «historia desde abajo» thompsoniana, la Historia de la vida cotidiana construye un modelo de análisis cuyo objetivo es la recuperación de la agencia de los sujetos. Sin perder de vista que los individuos están atravesados por circunstancias que condicionan su cosmovisión y su comportamiento, autores como Lüdtke o Lindenberger destacan la capacidad del individuo para apropiarse de su medio y construir un itinerario vital con sentido propio 2.

Esto cobra una vigencia especial en casos como el del presente texto, cuyo foco se sitúa en un sistema socialista que, si bien creemos que el término «totalitario» emborrona la cuestión más que aclararla, intentaba controlar todos los resortes sociales, entre ellos las propias vacaciones de sus ciudadanos 3. No obstante, como señala buena parte de la historiografía de las dos últimas décadas, este control no era omnímodo y el ejercicio del poder dejaba intersticios que los individuos aprovechaban para dotar de sentido a sus experiencias 4. El caso de los viajes constituye un objeto de estudio de singular relevancia, porque, por un lado, el turismo se convirtió en la cara amable de la RDA, ya que era un servicio que el Estado —aunque no siempre, como veremos— proporcionaba a los ciudadanos, cumpliendo así una suerte de «contrato social socialista» 5.

Por otro lado, los viajes eran una experiencia relativamente novedosa, ya que solo en la segunda mitad del siglo xx el turismo se convirtió en un verdadero fenómeno de masas 6, que no solo afectó a las sociedades capitalistas, sino también a las socialistas, con una incidencia especial en la RDA debido a que gozaba de mejores condiciones económicas que el resto de las repúblicas populares 7. Las singularidades de los viajes los convierten de forma adicional en un objeto de estudio privilegiado, ya que, al ser en principio una experiencia fuera de lo cotidiano, tensionaban la autopercepción de los propios viajeros, que se autocuestionaban y tomaban constancia de su posición en la sociedad, el Estado y, en este caso, en el llamado Bloque Socialista. De forma adicional, en los viajes, desde el proceso de la solicitud de permisos hasta la vuelta a casa, pasando por la experiencia del viaje en sí, se producía una forma peculiar de interacción entre los individuos y el Estado al que pertenecían que creemos que puede contribuir a arrojar luz sobre la comprensión de las sociedades del llamado Socialismo Real.

Vacaciones en el Mar Negro: la agencia de viajes estatal (DDR Reisebüro) y el Ministerio de Seguridad del Estado (MfS)

El Mar Negro fue uno de los destinos turísticos más deseados por los ciudadanos de la RDA. Viajar al Mar Negro entrañaba diversas dificultades debido a la lejanía respecto a la Alemania Oriental y el elevado coste del viaje. En lo fundamental, los asentamientos en el Mar Negro se producían en territorio de Rumania y Bulgaria, dos repúblicas populares hermanas de la RDA. A pesar de ello, el ciudadano germano-oriental no podía simplemente ir por su propia cuenta a estos dos países y el procedimiento implicaba solicitar un visado con al menos cuatro semanas de antelación, lo cual suponía someterse a un proceso burocrático que en ocasiones se demoraba más de lo esperado. En Bulgaria era más sencillo ya que la relación con la RDA fue siempre más apacible 8.

Una de las opciones principales para viajar al Mar Negro era mediante las agencias estatales oficiales. Las jóvenes repúblicas populares habían fundado agencias de viajes a imagen y semejanza de la Unión Soviética, cuya organización Intourist, fundada en 1929, había funcionado en la década previa al estallido de la Segunda Guerra Mundial con gran dinamismo 9. Debido a la estrecha cooperación entre los países del Bloque del Este, estas agencias de viajes trabajaban juntas con fluidez y se llegaba con asiduidad a acuerdos interestatales que facilitaban la organización de los viajes. En el caso Germano-búlgaro, la agencia de la RDA, DDR Reisebüro, que se había fundado en 1948 y tras algunas fusiones con otras agencias estatales había alcanzado gran presencia internacional, y su homóloga búlgara Balkantourist 10, contactaban con frecuencia, pero no había un interés recíproco ya que para los búlgaros no era una prioridad viajar a Alemania Oriental. Por el contrario, las condiciones climatológicas búlgaras, el acceso a las concurridas playas del Mar Negro y la sensación de peregrinar a un lugar ignoto lo convertían en uno de los destinos más populares entre los ciudadanos de la RDA. Al menos entre las expectativas reales de una familia media figuraba el pasar unas vacaciones en las playas del Mar Negro 11. El transporte se hacía en tren, y destacaba la compañía Mitropa, fundada en Alemania en 1916, en principio como empresa privada, pero que tras la Segunda Guerra Mundial fue adquirida y nacionalizada por el mando soviético en su Zona de Ocupación (SBZ) en Alemania 12. En concreto, destacaban los Mitropa-Schlagwagen o trenes dormitorio, donde los viajeros podían pernoctar, y que tenían una conexión regular entre Berlín y Sofía, pasando por ciudades como Praga, Budapest y Belgrado 13.

No obstante, el DDR Reisebüro comportaba un problema de calado para los turistas alemanes, esto es, el control tan fuerte que el Ministerio de Seguridad del Estado, más conocido como la Stasi, ejercía durante los viajes 14. Tras la construcción del Muro de Berlín en 1961, el control fronterizo fue más exhaustivo, también con los países socialistas que tenían frontera con algún país capitalista o del Bloque Occidental. El viaje a Occidente quedaba reservado para aquellos que tenían una motivación política socialista 15. Ante esto las fronteras búlgaras se utilizaron a partir de agosto de 1961 para la huida de la RDA hacia Occidente, el llamado Republikflucht. Tanto antes, como sobre todo después de la construcción del Muro, los viajes a Bulgaria eran una de las ocasiones propicias para abandonar la República. Se solía llevar a cabo o bien por familias completas o por jóvenes en edad de trabajar, normalmente con puestos cualificados, que no veían salida para su desarrollo personal y profesional en la RDA 16. El viaje implicaba abandonar Bulgaria en dirección a algún país fuera de la órbita soviética, y desde ahí seguir un itinerario por varios países hasta el destino final, que solía ser la República Federal Alemana. Así, por ejemplo, un científico de la empresa óptica Carl Zeiss y su familia «desaparecieron en misteriosas circunstancias en un viaje de vacaciones a Bulgaria y nos contactaron una vez en Múnich, semanas después de su viaje a través de Austria», tal y como relataba años después uno de sus compañeros 17. De este modo y como reacción, la agencia de viajes alemana se afanó en impedir por todos los medios que esto sucediese y para ello firmó acuerdos de extradición ya en 1958 con el Gobierno búlgaro, que fueron ratificados con posterioridad por el ­Gobierno de la RDA en 1964 18.

No solo pasó por la extradición, sino que también se contempló e incluso se llevó a cabo la acción directa por parte de los servicios militares búlgaros de disparar a aquellos que intentasen abandonar la frontera. Esto se materializó en una cantidad importante de muertos, que servían como advertencia de lo que podía ocurrir a aquellos que viajaran hacia las costas búlgaras 19. A nivel teórico, la vigilancia solo se ejercería contra personas que ya habían llamado la atención en la RDA por sus actitudes antisocialistas, personas que habían buscado el escape en la propia Alemania del Este o habían contactado con alemanes occidentales para llevarlo a cabo, y también con personas que informaron sobre sus intenciones de huir a otros ciudadanos de la RDA o incluso a los propios ciudadanos búlgaros. La tupida red de informantes que la RDA desplegó en Bulgaria posibilitaba que la información de las intenciones de huir circulase con celeridad y acabase en manos del MfS 20. A pesar de ello, el control llevado a cabo por el MfS en colaboración con los servicios secretos búlgaros distaba de ser exhaustivo y, por ejemplo, para el año 1970 entre ambos servicios secretos a penas si se detectaron sesenta casos de intento de huida de alemanes que intentaban pasar a Turquía y Yugoslavia como puente hacia la Alemania Federal o a otros países occidentales 21, lo que, frente a los más de 11.0000 alemanes que ese año viajaron a Bulgaria, parece un número muy reducido para que centremos toda la atención en los casos de huida durante las vacaciones en las costas del Mar Negro. Según datos de Christian Dommnitz, desde 1970 hasta el final de la República Democrática Alemana, se reportaron unos 2.000 casos de intentos de huida 22, mientras que otros argumentan que las cifras se elevaron a, al menos, 4.500 23.

En cualquier caso, lo que aquí nos concierne no es el intento de escapar, sino la experiencia turística vacacional en sí. En los setenta, aparte del Republikflucht, la Stasi temía la «agitación antiestatal, especialmente en los centros turísticos de los países extranjeros socialistas por ciudadanos de la RFA, Berlín Occidental y los países extranjeros no socialistas» 24. Llama la atención que se señale los centros turísticos socialistas, teóricamente afines, como lugar de posible agitación y subversión, aunque esto era sobre todo pertinente para ciudades como la costa búlgara del Mar Negro, que se había convertido en un centro turístico de dimensión internacional que atraía a viajeros de diversos Estados. Ello suponía en la práctica que, a parte del mencionado Republikflucht, también el contacto con ciudadanos occidentales estaba puesto en cuestión y debía vigilarse. Por lo tanto, no era la huida la única de las obsesiones del MfS, sino también las actividades de los turistas de la Alemania socialista fuera del país y el contacto que allí se estableciera con ciudadanos de otras latitudes. La Bulgaria de los setenta estuvo, por lo tanto, en el punto de mira de los servicios secretos alemanes, que extremaron su vigilancia, hasta tal punto que la práctica totalidad de los trabajadores del Reisebüro eran miembros del MfS. Esto no quiere decir que fuesen colaboradores no oficiales (Inofizielle Mitabeiter) 25, sino funcionarios a sueldo de la organización 26, que tenían como objetivo, entre otras cosas, la vigilancia de unos resorts y hoteles determinados 27, aquello que el Ministerio consideraba que eran potencialmente peligrosos para los intereses del Estado socialista. En su voluntad de control, la Stasi también ambicionó garantizar la «seguridad política y operativa del tráfico turístico organizado e instalaciones turísticas, como hoteles, campings internacionales, otros alojamientos, destinos turísticos, restaurantes etc.», de los turistas occidentales que llegaban a la RDA, de nuevo por temor a un supuesto contagio de la agitación capitalista. Además, se hacía hincapié en que esto debía ser llevado a cabo por gente políticamente confiable, como los Inofizielle Mitarbeiter, que habrían de hacer las veces de guías turísticos y responsables de grupos de viaje 28. De esta forma, la voluntad de control del MfS sobre el turista era ostensible, tanto sobre los alemanes occidentales que se alojaban en la RDA, como sobre los turistas de la RDA en el extranjero.

El miedo de la Stasi al Republikflucht y a contactos y agitación capitalista, condicionaba también la experiencia de vacaciones en el Mar Negro de aquellos, la mayoría, cuyo objetivo era simplemente pasar unas apacibles vacaciones alejados de las largas jornadas de trabajo de la vida cotidiana. Esto se traducía en que los viajes a través del Reisebüro estaban pautados con un grado de precisión muy alto, y con un margen para la improvisación mínimo. Así, todas las horas del día estaban programadas de antemano e incluso había que pedir permiso, no siempre concedido, a los jefes de grupo para realizar actividades que se salieran del horario, como encontrarse con algún conocido. Además, a diferencia del turismo en las residencias de vacaciones del servicio de vacaciones del sindicato mayoritario (FDGB-Feriendienst), había registros constantes, en los que en no pocas ocasiones se requisaba algún material sospechoso, como revistas occidentales, aunque estas versaran sobre algún tema que nada tenía que ver con la agitación política 29.

El Viaje «auf eigene faust»

En los años setenta y debido en buena medida al control de la Stasi sobre los viajes al Mar Negro, los ciudadanos comenzaron a optar por el «auf eigene faust», la designación alemana para el viaje privado o, literalmente, «al libre albedrío». Ello muestra la reacción de los individuos que, conscientes de los problemas que entrañaba el viaje con el Reisebüro, preferían de forma creciente hacerlo de una forma que, aunque más costosa económicamente, les permitía una experiencia menos monitorizada y mayores márgenes de libertad para construir itinerarios personales y en definitiva para la apropiación subjetiva del espacio, lo que la historiografía alemana ha llamado Eigen-sinn 30. El turismo se facilitaba en 1972 con la supresión del visado para Polonia y Checoslovaquia 31 que fue un movimiento de Erich Honecker, nuevo secretario general del Partido tras haber sustituido, o más bien destituido, a Walter Ulbricht el año anterior 32. Con la supresión del visado se perseguían al menos dos objetivos. Uno de carácter pragmático, que tenía que ver con expandir las posibilidades del turismo de los ciudadanos, para que así la demanda de estos de viajes al Oeste decreciese 33. Otro de orden más ideológico en la línea de impulsar la unida socialista europea. Este, según fue establecido por Honecker, permitiría a las repúblicas socialistas, a través de facilitar el contacto entre ellas, llegar a conocerse y entenderse mejor para profundizar en la amistad entre los pueblos y en la construcción un socialismo transnacional. Además, tras esto estaba la voluntad de Honecker de dar apariencia liberal a su Gobierno, ya que las demandas de libertad de movimiento, tanto desde arriba como desde abajo, eran numerosas 34.

Por otro lado, el viaje libre se veía beneficiado en los setenta por la mejora de las condiciones económicas y sociales que servían de base para que la dependencia de los individuos respecto al Estado disminuyese y diese lugar a posibilidades de ocio y turismo que en la década de los cincuenta y la primera mitad de los sesenta habrían sido impensables 35. De hecho, la proporción de los viajes con el Reisebüro y los privados se fue acercando progresivamente debido a estos dos factores. Si en 1971 salieron hacia Bulgaria unas 90.000 personas con el Reisebüro por solo 20.000 en viaje privado, al año siguiente la desproporción disminuía con 110.000 a través del Reisebüro y 37.000 por sus propios medios. Más aún se ve esta tendencia en 1973, cuando el Reisebüro disminuyó sus viajes a 90.000 y fueron casi 50.000 las personas que organizaron un viaje privado hacia Bulgaria, que aún requería de visado, pero cuya obtención se había agilizado en consonancia con la política de apertura de Honecker 36.

Pero huir de los viajes estatales comportaba una planificación con una antelación suficiente, que solía ser de varios meses. Muchos realizaban el viaje con el tren, que podía ser incluso el mismo que se usaba con el Reisebüro, pero que sin las subvenciones de la organización estatal elevaba el coste de forma considerable 37. Por otro lado, los 2.000 kilómetros que separaban Alemania de las costas búlgaras eran lo suficientemente amplios como para que pocos se arriesgasen a emprender el viaje con el clásico Trabant, el coche oficial de la RDA, al que muchos aspiraban, pero cuya adquisición en la práctica era costosa e implicaba esperas de meses e incluso años. A pesar de ello, algunos de los que consiguieron un Trabant antes de que este fuera un medio de transporte mayoritario 38 emprendieron con su familia el viaje a Bulgaria. Uno de ellos es un trabajador, del cual no se revela el nombre, entrevistado por el periódico oficial del Partido Socialista Unificado (SED), el Neues Deutschland, que, tras una espera de más de dos años, de 1958 a 1960, para conseguir un Trabant declaraba lo siguiente: «Viajar no estaba en general en nuestro pensamiento. Ahora nuestras vacaciones junto al mar o en las montañas se han convertido en una cuestión natural, y este año haremos un viaje por Bulgaria por primera vez» 39. Los ciudadanos que accedían a un vehículo tras el prudencial tiempo de espera eran exhibidos por el régimen como el ejemplo del progreso del socialismo. La «naturalidad» o «cuestión natural» (Selbstverständlichkeit) que expresa este trabajador se compadecía con los deseos del Gobierno socialista, que quería que una actividad como la del viaje, en este caso al extranjero, se convirtiese en un hecho natural. Así, las vacaciones en el extranjero eran un signo más de la normalización que perseguía el régimen en todos los ámbitos y cuya búsqueda se perseguiría con mayor voluntad tras la construcción del Muro de Berlín en agosto de ese año 1961 40.

El proceso de turistificación de Bulgaria fue lo suficientemente exitoso como para que los precios se encarecieran mucho en muy poco tiempo, lo que repercutía en las posibilidades de los ciudadanos de la RDA, cuyo poder adquisitivo a duras penas podía permitirse pagar lo que los búlgaros demandaban. Era un turismo muy destinado a ciudadanos occidentales, ya que ellos sí podían asumir la subida de los precios 41. De este modo, los alemanes orientales se percibían como turistas de segunda clase. Este sentimiento era más agudo si cabe al encontrarse en un país socialista como Bulgaria. Son amplios los testimonios que lo atestiguan. Una escena frecuente a la que se tenían que enfrentar los alemanes socialistas en los resorts búlgaros del Mar Negro era la de ser rechazados a la entrada de los restaurantes cuando los camareros se percataban de su procedencia germano oriental. En buena medida esto era debido al poco valor del marco socialista alemán respecto al de la República Federal, que se mantuvo hasta el final de la RDA como una losa no sencilla de sortear para los alemanes del Este 42, en especial en vacaciones. Pero esta sensación iba más allá. Como recoge Brigitte Deja-Lölhöffel en un estudio pionero sobre el asunto, los turistas de la RDA querían «ser tratados con respeto», las trabas para comer en un restaurante o para comprar ciertas mercancías les provocaban un sentimiento «depresivo. Solo la moneda fuerte era válida», además, en palabras de un turista alemán en el Mar Negro, «mirábamos donde nos hospedábamos y unas decenas de metros más allá veíamos los hoteles Neckermann (Agencia de viajes de la RFA), eso era la diferencia entre el cielo y el infierno» 43.

Tenemos más documentos de los viajes al Mar Negro, puesto que al ser más raro, exótico e improbable era percibido como un acontecimiento singular que debía recordarse. Esto favorecía que la experiencia vacacional no comenzase una vez se llegue al destino, sino en la propia preparación del viaje y en el largo viaje en sí mismo. Por ejemplo, el Reisebüro de la RDA ofreció viajes en 1966, si bien es verdad que a un precio elevado, bajo el eslogan publicitario «Con la cámara por Bulgaria» (Mit der Kamera durch Bulgarien), lo cual era significativo para una etapa tan temprana como 1966, en la que el número de alemanes del Este que poseían una cámara propia aún no era en modo alguno mayoritario. El eslogan ya reconocía lo que era un hábito entre los que pasaban sus vacaciones en el Mar Negro: la cámara, que ya fuera propia o prestada, se convertía en un elemento imprescindible para el viaje 44.

La dimensión de acontecimiento del viaje a Bulgaria ha influido en que hayan proliferado en la actualidad memorias y descripciones del viaje a las costas del Mar Negro, que, si bien con un cariz romantizado que debemos tener en cuenta, también nos aportan información acerca de cómo se desplegaba la experiencia turística para los ciudadanos de la Alemania Oriental. En ellos se destaca el carácter de aventura del viaje a Bulgaria, con asiduidad se seguía una ruta marcada, que pasaba por Dresde, Praga, Bratislava, Budapest, Timisoara, Calafat y Vidin, para acabar en el objetivo último, que era la costa del Mar Negro, en un viaje con el Trabant que se hacía, según afirma un antiguo turista, «sin comida, sin conservas y sin bebida», ya que el viaje era lo suficientemente largo —más de 2.500 kilómetros— como para que se pudieran almacenar provisiones para todos los días 45. Como recuerda otro testigo de la época que viajó con el Trabant a Bulgaria, «los viajes estaban siempre conectados con buenos recuerdos y con la facilidad que suponía realizarlos» 46, todo ello a pesar de que el Trabant era conocido por su poca confortabilidad y por sus continuas averías.

Los libros de viajes de las editoriales oficiales de la RDA destacaban que «de año en año, los países del campo socialista atraen un flujo cada vez mayor de visitantes de todo el mundo» 47. Todo ello en un tono triunfal que proclamaba que «en los viajes a los países del sistema socialista mundial, experimentamos de inmediato la perspectiva espléndida que el socialismo proporciona a los trabajadores» 48. Sin embargo, una familia que salía en tren de Berlín o de Dresde con destino a las costas del Mar Negro en Bulgaria iba transitando por las tierras del socialismo europeo, iba contemplando cómo el paisaje cambiaba y sobre todo, en los transbordos o en las pernoctas que se realizaban antes de llegar al destino, tomaba conciencia del nivel de vida y las posibilidades que sus hermanos socialistas de otras nacionalidades disfrutaban y que eran mucho menores de lo que la propaganda socialista decía. Ello, según atestiguan los testimonios recabados por Friedrich Sönke, producía reacciones ambivalentes entre los alemanes del Este.

Por un lado, eran conscientes de la relativa prosperidad de la que disfrutaban en la RDA en comparación con la de los búlgaros. Por otro lado, para muchos esto suponía una desilusión respecto de las posibilidades del socialismo, que distaba mucho de ser el paraíso terrenal al que aludían los líderes del Partido 49. Respecto a lo segundo, y haciendo referencia a la travesía que llevaban a cabo para pasar sus vacaciones en el Mar Negro, los ciudadanos de la RDA veían la miseria y podredumbre que sufrían los ciudadanos rumanos o búlgaros. Esto hacía que su confianza en el socialismo disminuyese y daba al traste con el objetivo que los líderes de la RDA se habían marcado 50. Además, se preguntaban cómo los ciudadanos búlgaros podían pagar el alto precio con el que algunos comercios gravaban a sus productos, lo cual incidía en la percepción de que las infraestructuras turísticas y toda la industria que se generaba alrededor de la actividad no tenía como propósito abastecer o mejorar la vida de los ciudadanos socialistas, sino servir como escaparate de consumo a los opulentos viajeros occidentales. En un informe sobre un viaje familiar desde Leipzig al Mar Negro, a la ciudad de Nessebar en Bulgaria, una madre de familia se queja de los obstáculos casi insalvables que tuvieron que atravesar, entre los que figuraba que en Rumania, a la hora de ir a repostar, no les aceptaron el marco alemán socialista, ya que solo eran válidas divisas occidentales debido a que económicamente su valor era mucho mayor: «no podíamos creer que un país socialista hermano, como siempre fue llamado Rumania, se comportara con nosotros de esa manera» 51. Además, se señalaban algunas cuestiones que podían conocer a lo largo de sus viajes turísticos, y que no iban en consonancia con la imagen oficial del Socialismo mundial. Así describía el escritor Ernst Woll su primer viaje con coche hacia la costa del Mar Negro a comienzos de los años setenta:

«Llegamos a conocer muchos lugares de interés, especialmente las condiciones de vida en los países balcánicos. Incluso entonces nos vimos sacudidos por la pobreza mundial de Rumania y los problemas no resueltos en el trato con las minorías. Recuerdo que en Transilvania conocimos a muchas personas de habla alemana, que se quejaron [...] y hablaron abiertamente de cómo se sentían fuertemente oprimidos. Todos estarían encantados de regresar a Alemania para siempre, a la patria de sus antepasados. También escuché las palabras de un guía de la ciudad de Bucarest que hablaba de forma despectiva sobre los gitanos: “Estas personas son un problema difícil, reciben apartamentos del Estado, se mudan y, después de algunas semanas, desaparecen dejar rastro”» 52.

Como ciudadanos de la RDA donde la escasez y la poca variedad de algunos objetos de consumo era una seña de identidad, los testimonios de los que viajaban a Bulgaria inciden en el lujoso abastecimiento de algunos establecimientos locales, aunque destacando su elevado precio. Ello contrasta con la poca atención prestada a hitos del socialismo internacional, como el mausoleo a Giorgi Dimitrov 53, figura crucial del comunismo y dirigente de la Tercera Internacional al que tras su muerte se le erigió una tumba de líder estatal en el centro de Minsk. De hecho, en las descripciones para turistas en Bulgaria que la RDA proporcionaba a sus ciudadanos, se nombraba profusamente a Dimitrov y el «frente patriótico» abanderado por él que acabó venciendo al fascismo. Incluso se instaba a visitar la ciudad de Dimitrovgrado, en la que se rendían honores al comunista fallecido 54. No obstante, esta mitología socialista y la propaganda que tan presente estuvo en el comunismo no funcionaban en general durante las vacaciones, sobre todo las llevadas a cabo fuera de los cauces del FDGB-­Feriendienst, donde el control por parte del Estado era mucho menor. Las vacaciones se percibían como momentos vitales separados de la vida cotidiana, a pesar de que en los años setenta el porcentaje de alemanes que disfrutaba de vacaciones de un tipo u otro era muy elevado, vemos que la actitud y testimonios de los viajeros lo asumen como un espacio distinto con reglas no uniformes y que diferían de la cotidianeidad del trabajo. Así, por ejemplo, en un viaje en 1972 que varias familias llevaron a cabo por la Suiza sajona, una región natural alemana perteneciente entonces al Distrito de Dresde, hoy al Estado Federado de Sajonia, un álbum de fotos lo testimoniaba con algunas de las imágenes que muestran el ambiente relajado del que disfrutaban y añadía: «Aquí cada uno puede pensar lo que quiera» 55.

El viaje socialista y el Oeste como aspiración

La experiencia de los turistas de la RDA estaba condicionada por la percepción que ellos tenían de sus vecinos de la República Federal. En la población joven de los años sesenta, la sensación de que las vacaciones en los circuitos oficiales se quedaban cortas era creciente. La revista juvenil Neues Leben, que recogía y trataba los temas más vanguardistas a nivel estético, como la estética rock de la época, calibraba la opinión de los alemanes del Este respecto a las vacaciones. Esta preeminencia de los patrones estéticos occidentales fue denunciada en 1965 en el XI Congreso del Comité Central del SED por el propio Walter Ulbricht, quien, en su discurso sobre el ocio de los jóvenes, decía lo siguiente: «¿Somos realmente solo dependientes de los monótonos éxitos y bailes occidentales? ¿No tenemos suficientes bailes espléndidos y animados en los países socialistas, que son completamente suficientes para que los jóvenes se desahoguen? [...] La eterna monotonía del “yeah,yeah,yeah” es alucinante y ridícula» 56.

El territorio del ocio, la cultura y las vacaciones socialistas iban a conocer una fuerte disputa con los valores «modernos» occidentales. En 1965, unos jóvenes de la ciudad de Cottbus declaraban a Neues Leben: «En Cottbus no se pueden pasar unas vacaciones decentes, [...] ¿Lo mejor es a Warna 57 no? Después de todo uno es moderno y naturalmente viaja lejos, muy lejos» 58. Neues Leben, de periodicidad mensual, introdujo en la RDA muchas de las tendencias estéticas occidentales del momento. Además, en la revista había cabida para fantasear con las latitudes vedadas a los alemanes del Este. En este sentido cobra especial importancia a partir del Mayo del 68 la imagen romántica de París, como ciudad en la que todo es posible, y como un horizonte de expectativas al que todo joven alemán del Este querría aspirar. Así, encontramos en la revista muchas alusiones a la vida parisina, sobre todo a comienzos de los setenta. El periodista Rudi Benzien, a quien se le permitió visitar París en diversas ocasiones, destacaba las diferencias de salarios de los parisinos respecto a los alemanes orientales y, sobre todo, a un nivel turístico que «París ofrece todo lo que los folletos de viajes prometen» 59.

Dorothee Wierling ha estudiado cómo la generación nacida en torno a 1949, los que en los sesenta y comienzos de los setenta eran jóvenes, tuvieron una vinculación el régimen socialista muy diferente a la de los nacidos en torno a 1929. Entre otras muchas cosas, se podría destacar su vinculación a la cultura occidental, que es mucho mayor que la generación mayor y, sobre todo, la poca movilidad social ascendente que disfrutaron, la cual difería mucho de los de 1929, que debido a los estragos de la Segunda Guerra Mundial, la desnazificación y la «fuga de cerebros» a la Alemania Occidental, habían ascendido socialmente muy rápido y a una edad relativamente joven ocupaban puestos de responsabilidad, lo cual permitía que su imagen de lo que era la República Democrática Alemana fuera positiva, ya que era el régimen político que les había permitido prosperar 60. Los de 1949, sin embargo, tenían una relación mucho más distante con el socialismo real de su país, y a su vez, en una época como el tránsito de los sesenta a los setenta, Occidente aparecía ante ellos como algo misterioso y exótico, pero al mismo tiempo idílico 61, un lugar donde todo joven alemán del este querría pasar sus vacaciones.

No obstante, la postura de Neues Leben, como una revista afín al sistema socialista, no eludía la crítica del mundo capitalista. Así, en una segunda parte del reportaje de Benzien sobre la capital francesa, las cuestiones negativas afloraban de una forma más visible. Benzien, convencido socialista, comentaba: «El centro de la ciudad se destruye cada vez más, porque los fuertes grupos financieros están comprando tierras, demoliendo vecindarios enteros y levantando oficinas y torres residenciales que se alquilan a precios muy altos. Los trabajadores están siendo expulsados de la ciudad» 62. De este modo, la experiencia de los lectores era ambigua, por un lado, señalando la novedad, la luz y la modernidad parisina, y, por otro, la acción depredadora del capitalismo. Cómo el lector joven medio recibía este tipo de artículos y si daban más importancia a lo primero o a lo segundo es un asunto difícil de precisar.

La revista también ofrecía reseñas de viajes a destinos exóticos, pero hermanos, como Cuba. En el caso cubano, había poco matiz, y las coordenadas en que se inscriben algunos reportajes de esta época señalan la gran construcción de la patria socialista cubana, haciendo hincapié, por ejemplo, en la reutilización del antiguo Hotel Hilton de la Habana, que había sido destino de vacaciones predilecto de ricos capitalistas americanos, para devolvérsela al pueblo 63. Cuba, como Vietnam, era un destino muy atractivo para los jóvenes alemanes por cuestiones de clima, geografía y, también, por ser un experimento exitoso de socialismo. El problema residía en que las oportunidades eran muy limitadas, y en este caso reservadas a los «cuadros» de la organización juvenil de la RDA, la FDJ, con lo cual muchos de los jóvenes alemanes no podían aspirar a viajar al paraíso tropical cubano. En realidad, para los viajes tanto lejanos, como el caso de Cuba, como al Oeste o a territorios fronterizos, siempre se mantuvo el criterio de «fiabilidad» como fundamental para conseguir la debida autorización 64.

Con todo, el deseo por viajar a Occidente, que no implicaba una aceptación acrítica de la situación sociopolítica del mismo, seguía como la mayor aspiración vacacional de los jóvenes. En un informe sobre la juventud y el ocio de la RDA de 1972, aunque firmado por un alemán occidental, se recogen testimonios, de unos años anteriores, que evidencian esta tendencia. Así, un joven de Leipzig opinaba lo siguiente: «En primer lugar, me gustaría viajar a países extranjeros y conocer el país y su gente. Me gustaría ver Italia, España, Suecia, Hawai. Aunque rechazo los estados capitalistas de estos países, me gustaría conocer la magia de los mares y el encanto de estos países» 65. De esta manera, vemos que no hay una correlación directa entre voluntad por viajar al Oeste y admiración del sistema occidental por contraposición al rechazo al autoritarismo de la RDA que pusiera en peligro la legitimidad del sistema. La estabilidad de la RDA es un asunto que reviste mucha mayor complejidad y que, en cualquier caso, dependía de muchos más factores 66 que del anhelo de los jóvenes por pasar sus vacaciones en Occidente.

Las vacaciones en el Oeste operaban como una suerte de horizonte mítico, una aspiración que se hacía mucho más presente para la generación de los nacidos en torno a 1949. La literatura de viajes, al Oeste principalmente, tuvo en los años setenta un auge en la República Democrática Alemana mayor que en otros países. Así, el libro de Johann Wolfgang von Goethe sobre su viaje a Italia o el de Johann Gottfried Seume sobre Siracusa, tuvieron varias reediciones y alcanzaron una popularidad extraordinaria en la RDA. El caso de Goethe conoció su pico a comienzos de los años ochenta, cuando se editaron, sesenta y ocho de sus Cartas desde Italia en una edición de bibliófilos de una gran calidad 67, junto a nuevas ediciones de su Die italienische Reise y un documental sobre el mismo realizado por la DEFA, que tendría sucesivas reposiciones en diversos contextos 68. La investigación más reciente sobre este fenómeno aduce que esta fascinación por la literatura de viajes estaría estrechamente relacionada con la limitación a la hora de viajar que sufrirían los alemanes orientales. Cobra especial relevancia el Oeste, ya que, según el escritor nacido en 1956 Kurt Drawert, París estaba «desde Halle o Leipzig en los años setenta, más lejos que la Luna» 69.

La representación del Occidente mítico como una aspiración juvenil de vacaciones dio lugar incluso a paradojas como la que experimentó el periodista Alexander Osang, nacido en 1962. En 1981 pasó sus vacaciones en Budapest, uno de los destinos permitidos ya que desde los años setenta no se necesitaba el visado para entrar en Hungría, y a pesar de la distancia y el elevado precio de una capital que recibía muchos visitantes occidentales, y que en cierto modo había hecho del turismo una fuente de ingresos relevante, acogía con regularidad a ciudadanos de la RDA. A Osang la grandeza de la ciudad le impresionó de tal modo que pensó que Occidente debía ser algo así. Sin embargo, cuando años después, tras la caída del Muro, pudo visitar Berlín Occidental quedó profundamente decepcionado ante la grisura y monotonía de la capital alemana, que contrastaba con la luminosidad de Budapest, de tal modo que el Occidente que había imaginado estaba mucho más en una ciudad de más allá del Telón de Acero que en la propia Berlín Oeste 70.

«Schwarzee Meer ist unsere Mallorca» (El Mar Negro es nuestro Mallorca)

La sensación de los alemanes del Este era que sus vecinos y familiares occidentales partían en una mejor posición y sus vacaciones eran mucho más satisfactorias, pues, en primer lugar, tenían libertad total de movimiento y, en segundo y más importante a mi juicio, su poder adquisitivo les permitía sufragar viajes más costosos y destinos vacacionales más inusuales. Los líderes de la RDA mostraron una atención permanente a todo lo que ocurría en el vecino capitalista, y cómo se prestaba especial atención al sistema de vacaciones, lo cual al final incurría en una asunción, si se quiere pasiva o involuntaria, del modelo con el que se intentaba competir 71.

Por ello la prensa oficial de la RDA intentaba mostrar la superioridad del sistema socialista sobre el capitalista. En un artículo de 1960, en la primera página del periódico oficial del régimen, el Neues Deutschland, se afirmaba que el «Servicio de Vacaciones, ese gran logro de la clase obrera, es una patada en el estómago para los gobernantes de Bonn». El artículo en cuestión hacía referencia a un reportaje publicado por un periodista de Frankfurt, que había acudido a las fábricas a preguntar a los obreros qué tipo de vacaciones se podían permitir con su sueldo. Las respuestas no habían sido muy alentadoras y desde el Neues Deutschland se hicieron eco de ello y lo aprovecharon para apuntalar su modelo y criticar el contrario. El artículo concluía: «por lo tanto, la elogiada felicidad de la libertad individual también se refleja en las vacaciones; o tienes dinero para pagar los altos precios de las tres grandes agencias de viajes de la Alemania Occidental que hacen el negocio, o te quedas en casa» 72.

Pero esta acción propagandística no gozó de mucho éxito y una parte no desdeñable de ciudadanos de la RDA no le prestó mucha atención y construyó su experiencia, expectativas y valoraciones con un ojo puesto en el modelo de la República Federal. Incluso para sacar conclusiones positivas de la RDA, el espejo de la Alemania Federal se hacía presente. Así, por ejemplo, un camarero de la ciudad de Rostock, en la costa alemana del Mar Báltico y una de las ciudades más turísticas de la RDA, comparaba sus servicios con los de la RFA para concluir que en la Alemania Socialista al menos, y gracias al control estatal, los precios no se habían disparado tanto de tal modo que el turista medio aún podía acceder a sus servicios 73. La sombra de la RFA es aún más clara al ver los testimonios de muchos turistas que acudían al Mar Negro, al referirse al destino como «nuestro Mallorca» 74. Mallorca se había convertido ya desde los años veinte en un destino predilecto de los alemanes y los europeos en general 75, aunque fue, sin embargo, en los años sesenta donde se produjo el auténtico boom, y los turistas de la RFA acudían a Mallorca donde disfrutaban de un clima favorable, playas mediterráneas y una disposición total de las infraestructuras de la isla, en buena medida dedicadas a servirles 76. Debido a su posición occidental y al elevado coste del viaje y la estancia era un destino inaccesible para los ciudadanos de la RDA, que, por otro lado, eran conscientes de las comodidades de que disfrutaban los turistas alemanes occidentales en la isla.

De esta forma, el turismo de Mallorca se convertía en un espejo en el que mirarse o un objetivo que alcanzar. Así la experiencia del turista de la RDA, que no podía ir a Mallorca, pero que tenía un sustitutivo en el Mar Negro, se construía en función de una experiencia ajena, que condicionaba las percepciones y las sensaciones, y que al final daba cuenta de hasta qué punto la RFA era un modelo para seguir para la Alemania Socialista. El horizonte de expectativas del turista socialista alemán pasaba en buena medida por emular al capitalista, por acceder a las comodidades de las que él disfrutaba. El «nuestro Mallorca» nos da mucha información sobre aspectos clave de la vida y experiencia cotidiana en la RDA. Por un lado, nos disuade de entender la cultura socialista alemana como algo cerrado sobre sí mismo o volcado en cualquier caso hacia el referente soviético. Por otro, nos permite entender la experiencia de las vacaciones socialistas como un proceso dialéctico en el que no solo es relevante la experiencia material en sí, sino el referente con el que se mide y compara lo experimentado. Las vacaciones no son más o menos satisfactorias en función del placer, la relajación o la diversión que proporcionen, sino que también se ha de incluir la variable de cómo de mejores o de peores son nuestras vacaciones respecto a las de otros. Esto se puede aplicar a diversas escalas, como la local y la familiar, pero también en esta ocasión vemos que es extrapolable a la escala interestatal, que viene muy marcada por la peculiar coyuntura de los dos estados alemanes en la Guerra Fría.

También el «nuestro Mallorca» nos informa, aunque ya apuntado vale la pena recalcarlo, de que la construcción propagandística de la RDA respecto de la RFA no era asumida ni compartida por los ciudadanos de la RDA. La conciencia de que en el país vecino se vivía —y se viajaba— más holgadamente está desde muy pronto, como así lo reconocía incluso Wolfgang Berger, uno de los más cercanos colaboradores de Walter Ulbricht en los años sesenta, en los informes internos del partido 77. Los ciudadanos tenían numerosas vías de información para atestiguar que así era. El contacto con los familiares y amigos del otro lado lo posibilitaba, así como el acceso a los medios de comunicación de la Alemania Occidental, a pesar de los intentos del Gobierno por controlarlas. En definitiva, el intento de monitorizar el ocio vacacional de los ciudadanos de la RDA por parte del Gobierno alcanzó un éxito más bien limitado, y el ejemplo que hemos desarrollado sobre la concepción del Mar Negro como un sustitutivo de Mallorca da cuenta de ello.

Conclusiones

En este texto se han expuesto algunas de las líneas maestras de la experiencia de vacaciones de los ciudadanos de la República Democrática Alemana y su interacción con el Estado. En primer lugar, se ha expuesto la manera en la que el MfS condicionaba los viajes y cómo el Republikflucht era un principio rector que se plasmaba en la detección de todo elemento díscolo. En segundo lugar, se ha señalado cómo esto influía en los individuos, que, conscientes de la vigilancia de la Stasi en latitudes como el Mar Negro, a partir de los años setenta prefirieron viajar por sus propios medios.

Otro aspecto tratado en el artículo es el de la construcción de la experiencia vacacional de los alemanes del Este bajo directa influencia de cómo esta se llevaba a cabo en la Alemania Federal. La mitificación de lugares como París y la constante comparación que los Alemanes del Este llevaban a cabo con sus vecinos occidentales nos da pistas sobre el poco éxito Ulbricht y Honecker a la hora de extender unos valores socialistas que rechazaran el capitalismo occidental. Esto se aprecia de forma muy clara en la construcción simbólica del viaje realizada por muchos ciudadanos de la RDA al referirse al Mar Negro como «nuestro Mallorca». Esta construcción de la experiencia, a pesar de intentar ser contrarrestada por la propaganda del SED que incidía en su superioridad frente a las vacaciones de la RFA, nos informa sobre las aspiraciones de los ciudadanos de la RDA, que siempre fueron conscientes de su excepcionalidad y de que la experiencia turística de la que disfrutaban sus vecinos occidentales era superior.


* Este artículo se enmarca en la realización de una tesis doctoral en el proyecto «Die DDR und die Europäischen Diktaturen nach 1945» de la Universidad Friedrich Schiller de Jena, financiado por el Freistaat Thüringen.

1 Heike Wolter: Ich harre aus im Land und geh, ihm Fremd: Die geschichte des Tourismus in der DDR, Frankfurt am Main, Campus Verlag, 2009; Christopher Görlich: Urlaub vom Staat. Tourismus in der DDR, Colonia, Böhlau, 2012; Thomas Schaufuss: Die politische Rolle des FDGB-Feriendienst in der DDR: Sozialtourismus im SED-Staat, Berlín, Duncker & Humblot, 2011, y Scott Moranda: People’s own Landscape, Nature, Tourism and Dictatorship in East Germany, Chicago, University of Michigan Press, 2014.

2 Alf Lüdtke: «Einleitung: Was ist und wer treibt Alltagsgeschichte?», en Alf Lüdtke (ed.): Alltagsgeschichte. Zur Rekonstruktion historischer Erfahrungen und Lebensweisen, Frankfurt-Nueva York, Campus Verlag, 1989, pp. 9-48; íd.: Eigen-sinn. Fabrikalltag, Arbeiterfahrungen und Politik vom Kaiserreich bis in dem Faschismus, Hamburgo, Ergebnisse Verlag, 1993, y Thomas Lindenberger: «Die diktatur der Grenzen. Zur einleitung», en Thomas Lindenberger (ed.): Herrschaft und Eigen-sinn in der Diktatur. Studien zur gesellschaftsgeschichte der DDR, Colonia-Weimar-Viena, Böhlau, 1999, pp. 14-45.

3 Sendler Horst: «Die DDR, ein Unrechtsstaat: ja oder nein?», Zeitschrift für Rechtspolitik, 1993, pp. 1-5, y Siegrid Meuschel: Legitimation und Parteiherrschaft: zum Paradox von Stabilität und Revolution in der DDR 1945-1989, Frankfurt del Meno, Suhrkamp, 1993.

4 Markus Güttler: «Die Grenzen der Kontrolle. Das statistische Informationssystem und das Versagen zentralistischer Planwirtschaft in der DDR», en Richard Bessel (ed.): Die Grenzen de Diktatur: Staat und Gesellschaft in der DDR, Göttingen, Vandenhoeck & Ruprecht, 1996, pp. 253-274.

5 Paul Betts: Within walls. Private life in the German Democratic Republic, Oxford, Oxford University Press, 2013, pp. 173-177.

6 Eric Zuelow: A History of Modern Tourism, Londres, Red Globe Press, 2016, pp. 149-180, y José María Faraldo y Carolina Rodríguez-López: Introducción a la Historia del turismo, Madrid, Alianza Editorial, 2014, pp. 105-126.

7 Diene P. Koenker y Anne E. Gorsuch (coords.): Turizm: The Russian and East European Tourist under Capitalism and Socialism, Ithaca, Cornell University Press, 2018; Rudiger Hatchmann: Tourismus-Geschichte, Göttingen, Vandehoek & Ruprecht, 2007, pp. 140-169; Hasso Spode (ed.): Goldstrand und Teutonengrill. Kultur- und Sozialgeschichte des Tourismus in Deutschland 1945 bis 1989, Berlín, Verlag für universitäre Kommunikation, 1996, e íd.: Wie die Deutschen «Reiseweltmeister» wurden: Eine einführung in die Tourismusgeschichte, Erfurt, Landeszentrale für politische Bildung, 2003, pp. 110-145.

8 Lilia Uslova: Hybride Ostidentität. Das wunberbasr Gefühl angekommen zu sein. Fallgeschichte mit Bulgaren, DDR-Bürgern, Ostdeutschen, Künstleern und Akademikern, Berlín, Lit Verlag, 2018, pp. 98-103.

9 Heike Wolter: Ich harre aus..., pp. 219-226, y Samantha A. Kravitz: The Businnes of Selling the Soviet Union: Intourist and the Wooing of American Travelers, 1929-1939, Montreal, Concordia University, 2006.

10 Stanislav Ivanov y Miroslava Dimitrova: «Tourism management and planning in Bulgaria», SSRN Electronic Journal, mayo de 2010, pp. 1-19.

11 Heike Wolter: Ich harre aus..., pp. 150-155.

12 Albert Mühl: 75 Jahre Mitropa - Die Geschichte der MItteleuropäischen Schlafwagen- und Speisewagen-Aktiengesellscahft, Friburgo, EK-Verlag, 1992, pp. 92-96.

13 Taschenbuch für Auslandsreisen, VEB Verlag für Verkehswesen, 1961, THULB, p. 8.

14 Para una visión completa y actualizada de la acción de la Stasi, véase Jens Gieseke: The History of the Stasi: East Germany’s Secret Police, 1945-1990, Berlín, Berghahn Books, 2014.

15 BStU, MfS, Dok. Num. 2188, DA Nr. 16/62, «Duchführung der Passkontrolle an den Kontrollpassierpunkten der Staatsgrenze der DDR», 30 de julio de 1962.

16 Damian Bispinck y Damian van Melis (eds.): Republikflucht: Flucht und Abwanderung aus der SBZ/DDR 1945 bis 1961, Berlín-Boston, Oldenboug Wissenschaftsverlag, 2015, pp. 78-92.

17 Carl Zeiss Archiv, BACZ 28315, Schöler, Horst, Aus Meinem Leben, 2001.

18 Stefan Appelius: Bulgarien. Europas Ferner Osten, Bonn, Bouvier Verlag, 2006, pp. 103-107.

19 Stefan Appelius: «Opfer an der verlängerten Mauer. Der Fluchtweg über Bulgarien von 1961 bis 1970», Zeitschrift des Forschungsverbundes SED-Staat, 29 (2011), pp. 110-130.

20 Christopher Nehring: Tödliche Fluchten über Bulgarien Die Zusammenarbeit von bulgarischer und DDR-Staatssicherheit zur Verhinderung von Fluchtversuchen, Berlín, Bundesarchiv-Stasi-Unterlagen-Archiv (BF Informiert 39), 2017, pp. 51-54.

21 Christian Domnitz: Kooperation und Kontrolle. Die Arbeit der Stasi-Operativgruppen im sozialistischen Ausland, Göttingen, B&R, 2016, pp. 87-91.

22 Ibid., pp. 96-97.

23 Stefan Appelius: «Opfer an der verlängerten Mauer...», pp. 123-126.

24 Staatsfeindliche Hetze, besonders in den Touristenzentren des sozialistischen Auslandes durch Bürger der BRD, Westberlins und des nichtsozialistischen Auslands, BStU, MfS, Dok. Num. 15766, «Koordinierungsvereinbarung zwischen der HA I und der HA VI», 9 de noviembre de 1971, p. 23.

25 Los colaboradores no oficiales fueron fuentes directas o indirectas que utilizó la Stasi para la vigilancia de la población. En ocasiones sus testimonios se utilizaron en contra de su voluntad e incluso sin ellos ser conscientes. Para una visión matizada y actualizada, véase Ilko-Sascha Kowalczuk: Stasi konkret. Überwachung und Repression in der DDR, Múnich, Beck, 2013, pp. 209-247.

26 BStU, MfS, Dok. Num. 15766, «Informationsbedarf der Linie VI von der Hauptabteilung I», 9 de noviembre de 1971, p. 21.

27 Stefan Appelius: «Das Reisebüro der DDR», Deutschland Archiv, 44 (2011), pp. 88-97.

28 Politisch-operativ e Sicherung des organisierte n Touristenverkehr s sowie der touristischen Einrichtungen, wie Interhotels, internationale Campingplätze andere Übernachtungsstätten, touristische Reiseziele, Gaststätten usw. in Zusammenarbeit mit den zuständigen Diensteinheiten. Gewährleistung des Einsatzes politisch zuverlässiger Personen, insbesondere von IM, als Reiseleiter und Betreuer, BStU, MfS-BdL, Dok. Num. 3756, «Dienstanweisung 8/75 über die politisch-operativsicherung der Einreisen von Personen aus nichtsozialistischens Staaten und Westberlin und ihres Aufenthaltes in der DDR», 6 de agosto de 1975, p. 29.

29 Stefan Appelius: «Das Reisebüro...», pp. 99-100.

30 Alf Lüdtke: Eigen-sinn. Fabrikalltag, Arbeiterfahrungen und Politik vom Kaiserreich bis in dem Faschismus, Hamburgo, Ergebnisse Verlag, 1993, pp. 12-34.

31 Katarzyna Stokloza: «Conflict and Co-operation: Poland’s Border Regions in the Cold War and After», Österreichische Zeitschrift für Politikwissenschaft (ÖZP), 42 (2013), pp. 65-82.

32 El relevo en el poder de la RDA no fue en modo alguno natural. Un grupo en torno a Honecker persiguió la sustitución del veterano Ulbricht de forma larvada desde mitad de los años sesenta y más explícita a finales de la década, cuando obtuvieron el apoyo del secretario general del PCUS, Leonid Breznehv. Para una visión sintética y actualizada, véase Andreas Malycha: Die SED in der Ära Honecker. Machtstrukturen, Entscheidungsmechanismen und Konfliktfelder in der Staastpartei 1971 bis 1989, Berlín, De Gruyter, 2014, pp. 11-68. Un análisis pormenorizado en Monika Kaiser: Machtwechsel von Ulbricht zu Honecker: Funktionsmechanismen der SED-Diktatur in Konfliktsituationen 1962 bis 1972, Berlín, Akademie Verlag, 1997.

33 Mark Aaron Kecz-Szajbel: The Borders of Friendship: Transnational Travel and Tourism in the East Bloc, 1972-1989, tesis doctoral, University of California-Berkeley, 2013, p. 9.

34 Michael Skalski: Unequal Friendship: Economic and Social Differences across the Polish-East German Open Border, 1972-1980, tesis doctoral, University of North Carolina, 2015, pp. 9-10.

35 Véase para esta cuestión André Steiner: Von Plan zu Plan. Eine Wirtschaftsgeschichte der DDR, Múnich, DVA, 2004, pp. 123-151, y, de forma más detallada, íd.: Die DDR Wirtschaftsreformen der sechziger Jahren: Konflikt zwischen effizienz und Machtkalkül, Berlín, Akad, 1999.

36 Archiv Bürgerbewegung Leipzig e.V., https://www.archiv-buergerbewegung.de/archivbestand (consultado el 28 de mayo de 2019).

37 Taschenbuch für Auslandsreisen..., p. 12.

38 En 1960 solo había 300.000 Trabant 601 disponibles, esa cifra se dobló en solo cinco años, y desde entonces el crecimiento fue exponencial hasta los más de dos millones de comienzos de los ochenta. Thomas Weymas: Im Trabi, zur Sonne, zur Freiheit. Entwicklung, Folgen und Ursachen des Automobilverkehrs im realen Sozialismus am Beispiel der DDR, Colonia, Verlag Wissenschaft und Politik, 1985, p. 87.

39 «Im eigenen Auto», Neues Deutschland, 2 de febrero de 1961, p. 6.

40 Sobre el concepto de «normalización», véase Mary Fulbrook: «The Concept of Normalization and the GDR in Comparative Perspective», en Mary Fulbrook (ed.): Power and Society in the GDR, 1961-1979. The «Normalisation» of Rule?, Nueva York, Berghahn Books, 2009, pp. 1-33.

41 Karin Taylor: Let’s Twist Again: Youth and Leisure in Socialist Bulgaria, Berlín, Lit Verlag, 2006, pp. 71-81.

42 Para una visión general del Marco de la RDA, véase Jonathan Zatlin: The Currency of Socialism. Money and Political culture in East Germany, Washington, Cambridge University Press, 2007, pp. 21-61.

43 Brigitte Deja-Lölhöffel: Freizeit in der DDR, Berlín, Holzapfel, 1986, pp. 52-53.

44 «Reise de Monats», Neues Deutschland, 30 de julio de 1966, p. 11.

45 Blog personal de un viajero de Alemania Oriental, https://www.boldt-dresden.­de/reisen-zu-ddr-zeiten-bis-1989/ (consultado el 28 de mayo de 2019).

46 Christian Voigt: «Verlängerter Urlaub: Mit dem Trabi durch Bulgarien», Thüringischer Landeszeitung, 3 de septiembre de 2014.

47 Taschenbuch für Auslandsreisen..., p. 9.

48 Ibid., p. 10.

49 Friedrich Sönke: Urlaub und Reisen während der DDR-Zeit: zwischen Staatlicher Begrenzung und individueller Selbstverwirklichung, Dresde, Thelmen, 2001, pp. 123-124.

50 Ibid., p. 121.

51 «Eine Urlaubsfahrt an die Bulgarische Schwarzmeerküste mit geanhten Hindernissen», 1979, Arbeitsgruppe Zeitzeugen der Senioakademia, University of ­Leipzig, http://research.uni-leipzig.de/fernstud/Zeitzeugen/zz183.htm (consultado el 9 de septiembre de 2019).

52 Ernst Woll: «Reisen, Urlaub und Ferien im Vorigen Jahrhundert», escrito no publicado procedente de la página web del doctor Ernst Woll, 2011, https://drewoll.jimdo.com/unver%C3%B6f-manuskripte/ (consultado el 28 de agosto de 2019).

53 Friedich Sönke: Urlaub und..., p. 122.

54 Taschenbuch für Auslandsreisen..., pp. 79-83.

55 SAPMO-Bundesarchiv, DD100/880, Abteilung Feriendienst, 1972.

56 Probleme des Perspektivplanes bis 1970: Referat auf der 11. Tagung des ZK der SED, 15-18. Dezember 1965, Berlín, Dietz Verlag, p. 105.

57 Una de las ciudades más populares en la costa búlgara del Mar Negro.

58 Citado de Neues Leben, agosto de 1965, pp. 25-29, en Gerlinde Irmscher: «Alltägliche Fremde. Auslandsreisen in der DDR», en Hasso Spode (ed.): Goldstrand und Teutonengrill. Kultur- und Sozialgeschichte des Tourismus in Deutschland 1945 bis 1989, Berlín, Verlag für universitäre Kommunikation, 1996, p. 61.

59 Rudi Benzien: «Paris, Paris. Erster teil», Neues Leben, enero de 1973, pp. 44-51.

60 Dorothee Wierling: «How Do the 1929ers and the 1949ers Differ?», en Mary Fulbrook (ed.): Power and Society in the GDR, 1961-1979. The «Normalisation» of Rule?, Nueva York, Berghahn Books, 2009, pp. 204-221.

61 Dorothee Wierling: Geboren im Jahr Eins. Der Jahrgang 1949 in der DDR: Versuch einer Kollektivbiographie, Berlín, Links, 2002, pp. 476-478.

62 Rudi Benzien: «Paris, Paris. Zweiter Teil», Neues Leben, febrero de 1973, pp. 60-64.

63 Annegret Hofmann: «Cuba Si», Neues Leben, abril de 1973, pp. 20-24.

64 Christopher Görlich: Urlaub..., pp. 155-157.

65 Jürgen Miksch: Jugend und Freizeit in der DDR, Opladen, Westdeutscher Verlag Opladen, 1972, p. 134.

66 Andrew Port: Conflict and Stability in the German Democratic Republic, Nueva York, Cambridge University Press, 2007, pp. 1-13.

67 «Vorhaben Leipziger Vergale zum Goethe-Jahr 1982», Neues Deutschland, 12 de agosto de 1981, p. 4.

68 «Aktivitäten zur Pflege des literarischen Erbes», Neues Deutschland, 3 de diciembre de 1982, p. 13.

69 Bernd Blaschke, Axel Dunker y Michael Hofmann: «Vorwort», en Bernd Blaschke, Axel Dunker y Michael Hofmann (eds.): Reiseliteratur der DDR. Bestandsaufnahmen und Modellanalysen, Múnich, Wilhelm Fink, 2016, pp. 7-15.

70 Alexander Osang: «Lohn der Angst. Bulgarien sehen. Und Sterben», en ­Volker Handlok y Harald Hauswald (eds.): Die DDR wird 50. Texte und Fotografien, Berlín, Aufbau Verlag, 1999, p. 122.

71 William Glenn Gray: «Europeanizing the GDR: Divided Germany in a Continental Context», American Historical Association Conference Paper, New Orleans, enero de 2013.

72 «Urlaub», Neues Deutschland, 7 de agosto de 1960, p. 1.

73 Erika Runke: Reise nach Rostock, DDR, Frankfurt, Surkhamp, 1971, pp. 126-128.

74 Auf der Sonnenroute des Ostens - Urlaubsziele der DDR-Bürger, documental, https://www.youtube.com/watch?v=P7cFzqtG-po&t=600s (consultado el 8 de septiembre de 2019).

75 John K. Walton: «Paradise Lost and Found: Tourists and Expatriates in El Terreno, Palma de Mallorca, from the 1920s to the 1950s», en John K. Walton (coord.): Histories of Tourism. Representation, Identity and Conflict, Toronto, Channel View Publications, 2005, pp. 179-195.

76 Richard J. Buswell: Mallorca and Tourism: History, Economy, Environment, Londres, Short Run Press, 2011, pp. 58-78.

77 SAPMO-Bundesarchiv, DY30.3337, 130-133, apéndice 13, 1966.